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—Mis compañeros se han lesionado y necesitan mi ayuda —mintió Nan Yan con calma.
—Ella tenía experiencia engañando a Qin Lu. No podía simplemente decirle que iba a enfrentarse a unos matones; de lo contrario, él la regañaría por teléfono.
—Qin Lu no dudó de sus palabras. Aconsejó:
—Solo no trabajes demasiado tarde. Termina y descansa, ¿de acuerdo?
—Está bien —Nan Yan respondió obediente.
—Antes de que Qin Lu colgase, pensó en la Vieja Dama Qin que había venido a armarle un escándalo hoy. Con un cambio de tono, sugirió:
—Pequeño, la abuela te extraña mucho. Después de la competición, ¿puedes venir a la capital?
—Nan Yan no dudó y aceptó:
—Claro, iré a la capital justo después de la competición de mañana.
—Entonces enviaré a alguien a recogerte.
—Está bien.
—Una leve sonrisa apareció en los labios de Qin Lu mientras decía:
—Bueno, el hermano mayor te desea buenas noches por adelantado.
—Buenas noches, hermano mayor.