Hubo silencio en la casa de la familia Qiao. Jiang Ye miró a su esposo, Qiao Wang, confundida. Qiao Yu estaba tan asustada que se escondió en un rincón, temiendo ser implicada.
—¡La casa es la casa del Padre! ¿Qué quieres decir con tuya y suya? —Qiao Wang expresó sus pensamientos y también aprovechó la ocasión para recordar a todos que la casa no les pertenecía. Si querían pagar por ella, tenían que considerarlo cuidadosamente. Esta declaración hizo que el hijo mayor, Qiao Fu, y su esposa, Liu Ying, prestaran atención.