Lucas está a punto de llegar a Desembarco del Lobo, informa Selene, mi enlace siempre diligente con la manada ya que yo no puedo oírlos por mí misma. Suena agotado.
—Seguro que lo está.
Avanzo trabajosamente por la nieve, cada paso una batalla contra los elementos. La extensión blanca se extiende ante mí, a veces llegando hasta mi cintura.
—Maldita sea —murmuro, liberando mi pie de una acumulación particularmente profunda—. Realmente necesitamos invertir en unas raquetas de nieve.
Delante de mí, mis guardaespaldas abren camino en sus formas de lobo. Sus patas masivas actúan como raquetas de nieve naturales, distribuyendo su peso y facilitándoles la navegación por el terreno traicionero. Envidio su gracia sin esfuerzo mientras yo me tambaleo detrás de ellos.
Sin ellos abriendo camino, sería aún peor.
Nos estamos acercando al primer guardián, me anima Selene. Hemos avanzado más rápido de lo que esperaba.