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Por supuesto, no era otro que el Alfa Burke. Damon aceptó rápidamente la llamada y la puso en altavoz para que todos estuvieran al tanto de la conversación.
—Alfa Burke, qué amable de su parte llamar —dijo Damon.
—Era difícil no hacerlo, ya que he recibido posiblemente el correo electrónico más absurdamente redactado de toda mi vida —replicó Alfa Burke con calma—. Chico, tu tipo de letra es atroz y tu firma ocupa la mitad de la pantalla.
Damon carraspeó, la parte trasera de sus orejas se enrojeció ante la sorprendente crítica de sus habilidades para enviar correos electrónicos. —Bueno, al menos recibiste el mensaje. Supongo que me estás llamando para discutir más las cosas, ¿verdad?