—Cariño, mira... a tu gran polla le encanta mi mano... mmmm ah... la polla del cariño en mi mano... Es tan grande, me gusta tanto.
—Pequeña zorra, no pidas misericordia cuando cariño te folle con su polla más tarde.
La repulsiva vara púrpura y roja estaba cubierta de un líquido lascivo y rebotaba de adelante hacia atrás en la mano de Nancy, haciendo que su corazón le hiciera cosquillas y su manera de hablar lasciva.
El cuerpo de Nancy se acercó aún más a él, deslizando sus palmas arriba y abajo de su gran polla mientras sus labios se estampaban en los suyos, finos.
La ágil lengüita se introdujo sin esfuerzo en su boca, enredándose con su lengua y agitando las comisuras de ambos con un pequeño brillo plateado.
A medida que el beso se hacía más y más profundo, la respiración de ambos se volvía entrecortada.