—¡Pum pum pum!
Varias patadas más impactaron, haciendo sangrar la nariz de Lin Cheng, pero él todavía se negaba a soltar.
Porque sabía que una vez que lo hiciera, Yuan Yi nunca volvería a su lado de nuevo.
—Peng Bin perdió completamente la paciencia —Tráiganme el palo.
Un rico de segunda generación sacó un bate de béisbol del maletero y se lo entregó a Peng Bin.
—¡Quiero ver hoy si tus huesos son más duros o mi palo es más duro!
Peng Bin levantó el bate y lo estrelló hacia las piernas de Lin Cheng.
Para él, infligir lesiones o discapacidades a alguien era demasiado común, y el asunto solía resolverse pagando algo de dinero extra.
Justo cuando el bate iba a golpear las piernas de Lin Cheng, una figura apareció de repente, agarrando firmemente el bate con su mano.
—Peng Bin, furioso —¡Mierda, métete en tus propios jodidos asuntos, o también te incapacitaré!
—La expresión de Chen Xuan se mantuvo calmada —¿Crees que tienes la capacidad de incapacitarme?
¡Pum!