Anna miró al hombre que se acercaba a ella con expresión aburrida. La osadía de siquiera hablarle personalmente después de todo lo que hizo. ¿Mack la tomaba por tonta o qué?
—Vengo en paz —dijo alzando las manos en señal de rendición con esa sonrisa que la volvía loca cada vez y la ponía bajo su hechizo, pero Anna no se dejaba engañar esta vez. Sus días de ingenuidad habían terminado definitivamente, estar casada con Noah le había enseñado cómo trata un verdadero hombre a una mujer.
Es obvio que Mack nunca la amó y siempre era ella la que iba tras él. Los días de correr detrás y el amor unilateral han terminado por completo. Su corazón ahora pertenece a alguien más, alguien que lo valora mejor.
—¿Qué quieres, señor Yong? —dijo ella con tono glacial. Ya no estaba enojada con él por haberle sido infiel, de hecho, le habría agradecido si lo mereciera, por haberla dejado.