Punto de vista de Selene
—Diosa, ¿estás bien? —pregunté aún sentada, echando un vistazo casual a la mancha de café que empezaba a penetrar en la tela de su vestido verde, dándole un color rojo pálido que parecía una mancha de sangre.
La observé mientras ella se levantaba de un salto, sosteniendo el frente de su vestido mientras intentaba no hacer mucho ruido angustiante. A juzgar por lo caliente que había estado su café, estaba segura de que se escaldaría, era inevitable.
—¿Puedes conseguirme una criada? —respondió ella en cambio, arrebatando la toalla de papel de la mesa del patio mientras intentaba limpiar la mancha.
—Claro —asentí—. Alguien llegará pronto. Verás, estábamos tan emocionados por tu incorporación esta noche, que todos están trabajando en la cocina, pero en unos minutos, debería llegar una criada. De todos modos, siéntate.