¿? De ¿¿¿??? De ¿¿??
Día ¿?
Abro los ojos tras las que se sienten varias horas, se cierne sobre mí un techo de un inmaculado color blanco que no reconozco. Me intento levantar pero algo me retiene, al ver mi mano veo mi muñeca esposada a un radiador. La situación me causa una confusión y desorientación extrañamente familiar.
Antes de cuestionarme cualquier cosa empiezo a jalar las esposas con el afán de romperlas, aunque sería más efectivo usar…
—¡¡No te muevas!! —una chica me grita desde el otro lado de la habitación intentando ocultar el miedo en su voz, lo cual no logra, menos aún al esconderse detrás de la puerta asomándose solo parcialmente y dejando ver… un revolver — ¡No intentes nada…! ¡¡O disparo!!
Aunque no es la primera vez que me despiertan apuntándome con un arma, no puedo evitar sentirme alarmado.
—Está bien, no… —me intento sentar para poder conversar y aclarar las cosas… sin embargo, el dolor que esperaba a causa de mis heridas… no se hace presente.
Miro mi pecho y me doy cuenta que traigo una playera que no reconozco, bajo ella también hay vendajes en mi pecho que claramente yo no me puse.
—¡Respóndeme! —me ordena un tanto enojada ya que ella siguió hablando mientras estaba distraído— ¿¡Como me encontraste!? ¿¡Quién te mando!?
—¿Tu trataste mis heridas…? —le pregunto mientras me percato de lo rápido que me recupere… no… espera… —¿Cuánto tiempo ha pasado?
—¡No te hagas el tonto! —me reprocha aterrada mientras el arma en su mano se tambalea con inseguridad— ¿¡Me han estado siguiendo!?
No sé de qué me está hablando, pero a juzgar por el estado del lugar, las incontables cajas vacías y lo increíblemente pálido de su piel solo puedo suponer que ha estado encerrada aquí por semanas… o meses.
No creo que este muy estable mentalmente.
—Tranquila… no vengo de parte de nadie.
—¿¡Entonces como sabias de este lugar!?
—Fue una coincidencia que…
—¡Mientes! ¿¡Quien en su sano juicio subiría hasta un tercer piso con esas heridas sin saber exactamente que estaba buscando!? —eso va a ser muy difícil de explicar… y de verdad no tengo tiempo para esto.
—Baja esa arma, no tengo nada contra ti —afirmo intentando verla a los ojos pese a que su largo cabello negro los esconde.
—¡No estás en posición de exigir nada! ¡Ahora dime la verdad! —replica.
—Esto es inútil… —mascullo a la vez que concentro la petrificación alrededor de mi muñeca hasta que las esposas truenan.
—¿¡Que hiciste!? ¡Te dije que estuvieras quieto! —reclama temblando aún más.
—Es larga pero hay una explicación, estaba en un momento de emergencia y daba la casualidad que sabía que aquí había equipo médico —intento explicarle mientras me levanto lentamente intentando ignorar falta de fatiga o dolor.
—¡No des ni un paso más o…!
—Ambos sabemos que no dispararas eso, ahora, tengamos una conversación en calma y…
¡BAM!
De no haber reaccionada a tiempo, sin lugar a dudas eso me hubiera dado en la pierna.
—Retrocede… —me ordena con una voz más calmada y un agarre firme del arma.
—¿Estas demente? Eso atraerá a los cristalizados de todos los alrededores.
—Las escaleras son suficientemente empinadas para que no puedan subir y las ventanas muy pequeñas para que los saltadores y las bestias entren —contesta sin dejar de apuntarme directo al pecho—, ahora dime como sabias de este lugar.
—Está bien… seré honesto, pero va a sonar a mentira… asi que no dispares tras escucharlo —digo al darme cuenta de que es más peligrosa de lo que pensé, a lo que ella responde nada más asintiendo ligeramente—, un… "dios" o ente sobrenatural me señalo este lugar, hace tiempo, cuando estuve buscando antibióticos desesperadamente… sé que suena como una locura, pero todo este apocalipsis fue causado por…
—Gaia… —me interrumpe terminando mi frase, sorprendiéndome en el proceso ya que yo solo estaba buscando distraerla—, ¿También tienes una bendición?
—¿"También…"? ¿Tu…? es decir, ¡Si! Tengo una bendición.
—¿Cómo sé que no mientes? ¿Qué no lo escuchaste de otros?
—Lo único que puedo darte son más detalles, este autonombrado "dios" se me apareció en lo que se sentía como un sueño muy vivido antes de que iniciara el apocalipsis, me dio información muy vaga sobre un "pequeño" cambio y que para afrontarlo necesitaría su ayuda. El día que desperté tras aquella explosión que inicio todo, este "dios" se volvió a aparecer en mis sueños y me dio un poco más de información sobre Gaia y la unión entre dioses…
—Eso concuerda…
—Lo ves, digo la verdad, podemos tener una conversación más civilizada si…
—¡Alto! ¡No des ni un paso más! —me advierte apretando con fuerza la pistola en cuanto me muevo—, eso no explica esa cosa en tu pecho…
—¿Esto? Eso es más difícil de explicar, pero es una prótesis, como mis dedos —le digo alzando la mano mostrando de lo que hablo—, puede que lo desconozcas, pero existe una manera usar poderes similares a los de esas cosas, incluso a este nivel
—Se sobre el control elemental… pero…
—Estoy seguro que has pasado por muchas cosas difíciles al igual que yo, por lo que primero que nada quiero agradecerte por tratar mis heridas aun sin conocerme… sumado al hecho de que a ambos se nos otorgaron bendiciones no hay razones para desconfiar el uno del otro, estamos del mismo lado y es un momento crítico, tenemos que ser unidos como humanidad.
Intento apelar a su empatía con tal de salir de aquí lo antes posible, si ella opto por darle primeros auxilios a un desconocido que irrumpió en su refugio a la fuerza… debe ser como mínimo algo… "inocente"… sin embargo, mi discurso no cambia la expresión de desconfianza y miedo en su rostro.
—Eso que tienes en el pecho… es suficiente razón para desconfiar.
—¿De qué hablas? Se que es un poco perturbador pero solo es… —palpo por instinto al ver su mirada clavada, no obstante, justo en el centro algo sobresale con una textura muy diferente…
—¿Realmente sigues siendo… humano? —me cuestiona con una mezcla entre miedo y asco.
Empiezo a rasgar las vendas a la fuerza ignorando a la chica y diciéndome a mí mismo que estoy confundido, digo, es imposible que se trate de un…
Dejo al descubierto mi pecho, las uniones entre piel y piedra están cicatrizadas… sin embargo, lo que realmente llama mi atención al grado de hacerme hiperventilar es el cristal incrustado en el centro, adherido a la piedra como si hubiera creado raíces, igual que…
La sangre se me hela ante tal cosa.
Con la yema de mi dedo toco el cristal deseando que este aluciando, pero siento claramente la energía que emite y fluctúa al unisonó con los latidos de mi corazón de…
¿Piedra?
¿Cristal?
—Estuviste inconsciente casi dos semanas… —la chica empieza a hablar mientras intento recuperar la compostura recargándome a la pared—, estabas al borde de la muerte tras lo que debió ser una hemorragia mortal y con un corazón que parecía sufrir arritmia constante… aun con eso y tras pasar tanto tiempo sin comer ni beber nada… te recuperaste y estas de pie como si despertaras de una siesta.
—Yo…
—El dios que me dio su bendición hizo mucho hincapié en una advertencia… en este mundo habría personas que sacrificarían su humanidad por poderes oscuros que los acercarían más a esas cosas ¿Cómo sé que no eres uno de ellos…?
—No lo sé… —respondo abrumado.
—¿Cómo que no lo sabes? —refuta ante mi respuesta.
—No lo sé… y no me importa —respondo tras recuperar la compostura abruptamente sin siquiera utilizar Respiración Zen. Alzo la mirada y camino hacia ella con decisión, lo que la hace retroceder pese a tenerme a punta de disparo—. La lógica me dice que debería sentir confusión, miedo y angustia, pero me siento en completa calma. No sé qué esta pasado, ni porque tengo esto en el pecho, quizá el cristal que use cayo dentro y este fue el resultado, quizá es lo que me permitió sobrevivir, quizá y ahora estoy más cerca de ser una de esas cosas… pero son solo conjeturas, si me tienes miedo, adelante, dispara.
—De… detente… —balbucea hasta estar acorralada contra la pared pero sin bajar el arma.
—Puedo darte mi palabra de que no planeo lastimarte de ninguna manera, pero no tengo ninguna respuesta a tus preguntas porque sinceramente no sé qué está pasando y no sé cuánto tiempo esta cosa me mantendrá vivo, asi que no desperdiciar más, tengo una promesa que cumplir y un bastardo que encontrar antes de que se escape de este foso, asi que si vas a disparar, hazlo ya —le indico a la vez que doy un paso más hasta estar a quemarropa causando que su rostro se llene de terror—. Te respondí con toda honestidad, si aun desconfías de mí no tengo como probar lo contrario. Si disparas, está bien, hice todo lo que pude para sobrevivir, si no lo haces, me iré por donde vine, pero decide ya, porque no puedo perder más tiempo.
—Yo… está bien… no disparare… —responde bajando el arma tras dudar unos segundos, tal y como esperaba.
—Entonces yo…
—Pero no te iras asi como asi —añade con firmeza tomándome por sorpresa. Da un paso a la izquierda creando distancia y bloqueando mi camino a la que creo que es la salida, aprieta los puños y me ve directo a los ojos reuniendo toda la valentía que le es posible pese a que el temblor en su labios la delata—, destruiste mi puerta, mi única línea de defensa, tambien mi estante junto a todas las medicinas y recursos invaluable que tenía, además, te salve la vida, no solo dándote primeros auxilios, mi tiempo y mis recursos, sino que llegue al punto de hacerte una transfusión con mi propia sangre, poniéndome en riesgo en el proceso, tienes una gran deuda conmigo.
—¿¡Que tú que!? —replico desconcertado ante el hecho de que me hizo una transfusión que pudo haber sido mortal de ser incompatibles.
—Mencionaste escapar de este "foso", estaremos a mano si me llevas contigo —me ordena dejándome perplejo ante lo desmedido de su petición.
—Ni pienses que…
—¿Entonces eso de confiar el uno en el otro por ser bendecidos y unirnos como humanidad era mentira? ¿Solo una forma de intentar engañarme? —inquiere a sabiendas de que todo eso que dije eran patrañas, con el añadido de que inclina el cañón del revolver hacia mí.
—¿Me estas amenazando?
—¿Te estas negando a saldar tu deuda?
—¿Seguirás contestándome con preguntas?
—¿Seguirás evadiendo tu deuda conmigo?
—¿No tienes otra manera de intentar confrontarme?
—¿No planeas tomar responsabilidad?
—No tengo tiempo para esto… —suspiro exasperado por la situación.
Veo de reojo el lugar, desde donde estoy puedo ver la barricada hecha con muebles con la que sostiene la puerta, asi como más y más cajas de comida vacías. Es obvio que esta actitud arrogante es solo una fachada para esconder lo aterrada que esta, sabe bien que sus dias están contados si se mantiene aislada en este lugar. Sabiendo eso puedo usarlo a mi favor para salir de esta situación pero…
—Está bien… —cedo de mala gana para no hacer las cosas más difíciles—, te enseñare como salir de aquí.
—No, me llevaras contigo y… también me enseñaras a dominar la cristalización —añade audazmente.
—Claro que no —replico al instante al tener un flashazo de las consecuencias de enseñárselo a otros… aunque me intriga el saber cómo conoce esa palabra.
Me intenta mirar de manera desafiante, pero sus ojos azulados son honestos, reflejan lo agobiada que esta por dentro… aunque su determinación tambien es real.
—Yo no…
—Tengo bastante comida asi como una fuente de agua ilimitada, si accedes a mis términos estoy dispuesta a compartir —me interrumpe insistiendo de manera más pesada, pero también bajando el arma—, también se bastante de medicina, algo que puede que te haga falta dada tu… condición…
—No te llevare conmigo, te dejare acompañarme, por lo que tendrás que seguirme el paso —expongo mis condiciones en un intento de desalentarla o como mínimo salir ganando—, además, solo te enseñare lo básico de la cristalización.
—Tú te encargas de los Petrocristalizados, yo no sé pelear… tú te encargaras de protegernos a ambos ¿Trato?
—Está bien… —respondo con un suspiro—, pero salimos de inmediato.
—Alto —me ordena… pero de manera más amable—, tienes que prometer que respetaras el trato.
—Tienes mi palabra ¿Ya? —pregunto ante tan infantil e inocente petición.
—Si… —el suspiro con el que lo dice parece llevarse su espíritu consigo ya que toda audacia y firmeza se desintegra.
—¿Por qué confías tan rápido en alguien que en lo que a ti respecta puede ser un monstruo? —la cuestiono perplejo ante lo crédula que parece ser.
—Porque eres una persona honesta, lo demostraste en el momento en que no hiciste nada una vez que estabas a suficiente distancia como para quitarme el arma… si lo quisieras, yo ya estaría muerta… o peor…
—Parece que no hace falta mucho para ganarse tu confianza —digo consiguiéndome una mirada de enfado e indignación.
—Perdón por intentar creer en que aún hay gente buena en este mundo —replica irritada.
—Eso solo quiere decir que no has estado suficiente tiempo allá afuera… la muerte es el único final para aquellos que piensan asi —respondo caminando hacia donde veo destendida mi chaqueta mientras paso la yema de mis dedos por el cristal en mi pecho, completamente frio.
—Con esa manera de pensar ya veo como terminaste asi…
—Todo lo contrario… por no desconfiar suficiente termine en un charco de mi propia sangre, si no quieres terminar igual, hazte a la idea de que ese revolver es tu único amigo —digo mientras busco "eso" en la chaqueta, esperando no haberlo perdido.
—El cuchillo… lo escondí… por seguridad y… —dice tímidamente.
—Devuélvemelo —exclamo con un tono quizá más agresivo del que debería—. Hay algo importante en…
—La foto está en el bolsillo interior…
Encuentro la imagen de la familia de Nicolás donde me indica, lo cual me quita un peso de encima.
—¿Tu familia?
—Es complicado —respondo con frialdad.
—Por cierto… quizá debí preguntar primero antes de apuntarte con un arma pero… ¿Cuál es tu nombre?
—Marco… —respondo volteándola a ver de reojo intentando hacerme a la idea de tener que reanudar mi viaje con alguien tan… inestable y a la vez inocente.
—Gusto en conocerte… espero que nos llevemos bien —me saluda como si fuéramos compañeros de clases, con una postura formal, casi ensayada y… con una sonrisa tan brillante asi como vacía— , mi nombre es Lisa.