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—¡Huevo, no te envié a la Puerta Oculta para abandonarte, sino para hacerte más fuerte! Espero que cuando ponga un pie en la Puerta Oculta, si otras sectas intentan matarme, puedas estar detrás de mí, reforzándome, e incinerarlos a todos! —Ren Feifan lo dijo apasionadamente.
En ese momento, los ojos de Huevo se volvieron inusualmente severos. Asintió solemnemente con la cabeza, una aterradora llama surgiendo de su cuerpo. Exprimió una gota de sangre esencial de su mano y levantó la derecha:
—¡Juro por la sangre esencial del Dragón Divino! Aniquilaré a cualquiera que se atreva a hacerte daño. Incluso si son dioses del cielo, ¡destrozaré el Palacio Divino! ¡Destruiré el Reino Divino y mataré al Emperador del Trueno que preside los castigos!
De repente, toda la tierra comenzó a temblar.
En el mundo real, nubes oscuras se reunieron instantáneamente sobre la cabeza de Ren Feifan, y incontables rayos salieron disparados de las nubes.
Trueno y rayo, aterradores al extremo.