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—Acepto la apuesta. No creo que puedas hacerlo sin una empresa de mudanzas —dijo Dawn Sutton decidida.
Dawn usualmente era un personaje frío, no del tipo que se involucra en discusiones. Sin embargo, al pensar en la escena vergonzosa de antes y el favoritismo de su madre hacia Basil Jakk, se sintió como una niña no querida. Esto encendió instantáneamente su espíritu competitivo.
Basil rió entre dientes, pensando qué ingenua eres, te dejas provocar tan fácilmente, cayendo justo en el esquema de este chico guapo.
—Si consigo mudarme sin una empresa de mudanzas, yo gano. Por otro lado, si contrato una empresa, entonces pierdo —dijo Basil. Al no notar objeciones por parte de Dawn, preguntó:
— ¿Qué apostamos?
¡Ese es el meollo de la apuesta!
Dawn frunció el ceño, pensativa:
— Si apostamos dinero, sería sin sentido. ¿Qué podemos apostar para frustrarlo y desahogar mi frustración? No es una elección fácil.