La verdad es que toda mujer teme ser desfigurada.
Al caer bajo la coerción de Basil Jaak, la tez de Dafne se tornó tan pálida como el papel. No le quedaba más remedio que acceder.
—¡Guía el camino! Si no puedes encontrar a Xenia en dos minutos, tendré que recurrir a arruinar una obra maestra —amenazó Basil Jaak.
Con un asentimiento reacio, Dafne llevó a Basil Jaak arriba, esperando que Don todavía no hubiera actuado; de lo contrario, estaría en una situación terrible.
...
—Corre, sigue corriendo... —Al ver a Xenia luchando, Don sintió un escalofrío como nunca antes había experimentado, como un gato jugueteando con un ratón.
Xenia trató de levantarse, pero su tobillo se había torcido bastante antes. Un leve movimiento resultaba en un dolor severo y a pesar de varios intentos, no había podido ponerse de pie.