—Tristan, ¿y los gemelos? —La voz de Bella temblaba de miedo.
Los hombros de Tristan se desplomaron ligeramente, pero rápidamente dejó de lado su preocupación. Sonrió antes de explicarle —Por suerte, ellos están bien. Pero físicamente, estás exhausta... —Le describió su estado con detalle.
Bella se quedó impactada. Nunca había pensado que su condición fuera tan mala y que incluso podría poner en peligro su embarazo. Podía sentir los ojos húmedos, culpándose por dejarse llevar por sus emociones y no cuidar su embarazo con cautela.
—Lo siento, Tristan, por hacerte preocupar —dijo Bella, sintiéndose fatal al ver lo agotado que él parecía.
Tristan no dijo nada pero colocó su mano en su cálida mejilla, ahora con su color habitual, diferente a como la vio anoche. Anoche, la frente de Bella estaba pálida como si toda su sangre hubiera abandonado su rostro.
—¿Dónde está Dax? ¿Por qué no vino contigo? —preguntó Bella, sintiéndose preocupada por su hijo.