—¡Maldición! ¿Qué pasa con el tartamudeo? ¡Cálmate, hombre! —Leo intentó calmarse, preocupado de que Dana oyera lo fuerte que latía su corazón.
—Está bien, Leo. Iré contigo —dijo Dana apresuradamente, sin querer decepcionar a su jefa—. ¿Hay un código de vestimenta que deba seguir?
—No hay código de vestimenta. Puedes llevar lo que quieras. Confío en tu sentido de la moda —respondió Leo con una sonrisa primaveral cruzando su rostro al escuchar que ella aceptaba.
—Vale.
—Vendré a tu lugar a las once. Nos vemos... —dijo Leo. Terminó la llamada sin darle la oportunidad de decir nada más porque estaba demasiado nervioso de que ella cambiara de opinión.
—¡Maldición! ¿Por qué estás tan nervioso como si fuera la primera vez que cortejas a una chica, Leo Smith? ¿Por qué?? —Se habló a sí mismo mientras se levantaba de su asiento.
Una amplia sonrisa se extendió por su cara mientras caminaba hacia el baño. Estaba entusiasmado por la comida y necesitaba prepararse para recoger a Dana.