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—Si la amas, entonces ¿quién soy yo para interponerte? ¿Y por qué te consideras indigno? ¿Quién mejor que tú para ser la pareja de mi hermana? —preguntó Alfa Denzel, dejando a Godic sin palabras.
Todo este tiempo, había subestimado su valía, aunque muchas personas reconocían que no era simplemente un guardaespaldas.
Sin embargo, Godic no lo veía de esa manera. El Alfa Denzel lo había capacitado de muchas maneras, pero su actitud hacia él era tan fría como la que tenía hacia cualquier otra persona.
Godic no quería albergar falsas esperanzas. —Alfa, solo soy un guardaespaldas.
Alfa Denzel se rió con decepción ante su respuesta y preguntó con seriedad:
—¿Es eso lo que piensas? ¿Quién en su sano juicio dejaría todo en manos de solo un guardaespaldas?
Godic comenzó a digerir las palabras muy rápidamente, pero antes de que pudiera concluir, el Alfa Denzel preguntó de nuevo:
—¿Y tu salario es el mismo que el de otros guardaespaldas?