Cuando Nial finalmente despertó de su letargo, su espalda estaba empapada en sudor y jadeaba pesadamente.
—Eso... solo fue un sueño... ¿verdad? —preguntó en voz baja, sin darse cuenta realmente de lo que acababa de suceder.
Una clara pista de que no estaba dormido y atrapado en el bucle de una horrible pesadilla era el hecho de que sus ojos estaban tan vacíos como siempre.
Nial se levantó de la cama e intentó estirar su cuerpo. Pero en el momento en que sus pies tocaron el suelo, un dolor ardiente se extendió por sus pies hasta su cabeza.
Fue electrocutado y no pudo moverse durante varios segundos mientras permanecía en ese estado.
Sin embargo, a Nial no le molestaba realmente esto. Su mente todavía estaba atormentada con la pesadilla que había sentido demasiado real y aterradora.
Las imágenes de su madre muriendo una y otra vez habían quedado grabadas en su mente y Nial no quería más que deshacerse de ellas.