—¿No vamos a entrar al juego y ganar algo de dinero? —preguntó Leonel.
—¿Por qué tienes tanta prisa? —preguntó Ren, aunque su atención estaba en una dama particular vestida de blanco.
—¡Necesito dinero, de acuerdo? ¡Necesito recuperar lo que gasté en esta única cena o mis nervios me van a destrozar!
Ren solo sacudió la cabeza. —Si quieres puedes irte primero. Yo me quedaré aquí y beberé un poco más.
—Bebe mi trasero. Tú y yo sabemos que no puedes manejar tu licor. Solo querías mirar a tu bonita compañera de clase —Leonel frunció las cejas y le lanzó un guiño sugestivo a Ren—. No es de extrañar que seas tan frío con Saya. La primavera te llegó temprano, ya veo.
Ren rodó los ojos. —No es lo que piensas.
El rincón de los labios de Leonel se retorció. —¿En serio? No es de extrañar que no dejaras de mirarla desde que apareció.