—Señor. ¡Realmente sonaste como el Ren que conozco! —Ren casi tapa la boca de Nikolai con sus palmas, pero eso lo haría demasiado obvio.
—¿El Ren que conoces? —preguntó Leonel.
—Ah. —Sumeri se rió un poco—. Habla del jugador que conoció. De hecho, estabas con él —le dijo a Silvia.
—¿Hablas de Ren con una capucha y una mascota? —preguntó Silvia, y Nikolai asintió vigorosamente con la cabeza.
Silvia miró directamente a Ren a los ojos, y este no apartó la mirada pase lo que pase. Era una suerte que Evie se hubiera ido o las cosas se complicarían. Pero eso no detuvo el sudor que le hacía cosquillas en la curva de la espina dorsal de Ren. Por esto no quería que su yo Comerciante se asociara con jugadores. Ahora sus acciones pasadas lo perseguían. Bajo miradas escrutadoras, Ren se mantuvo firme.
—¿De qué están hablando? —Leonel le preguntó a Ren.
Ren se encogió de hombros y mintió, —No lo sé.