—¿Es... es eso siquiera posible? —susurró uno de los competidores, con la voz temblorosa.
—¡Nunca he visto algo así, ni siquiera en los cuentos más grandiosos! —exclamó otro, con los ojos desorbitados y la voz llena de asombro.
Mientras tanto, los ojos de la multitud se abrían hasta un punto casi cómico, tan vastos que parecían a punto de salir de sus cuencas. Sus bocas se abrían de par en par, las mandíbulas caían tan dramáticamente que parecía como si estuvieran a punto de destrozar el mismísimo tejido de la realidad. Eso era un testimonio del asombro absoluto que sentían ante la demostración que tenían ante ellos.
Había murmullos y exclamaciones por todo el coliseo:
—¡Por los dioses, viste eso? ¡Es como si los hubiese aplastado con la mirada! —comentó un espectador.
—Las historias sobre su destreza claramente no estaban exageradas. ¡Si algo, estaban subestimadas! —afirmó otro.
—No quisiera estar al otro lado de eso. ¡Cayeron como moscas! —bromeó un tercero.
— Un nuevo capítulo llegará pronto — Escribe una reseña