—¿¡Qué diablos pasa aquí?! —El comandante invasor se quedó pasmado, mientras los ataques de sus tropas eran absorbidos por un abismo negro en expansión, un espectáculo aterrador, todo gracias a Roy.
Solo podía mirar fijamente, con los ojos muy abiertos en el breve instante de shock.
Luego, su mandíbula se apretó, un escalofrío de miedo puro recorrió su espina dorsal y una fina capa de sudor empapó la espalda de su uniforme.
—No puede ser... —logró decir con voz quebrada por la incredulidad—. Solo un novato... ¿Cómo puede controlar un poder tan tremendo? ¿Estoy alucinando? Pero, ¿cuándo nos atrapó en este truco mental?
—No es un truco. —Habló el segundo al mando, cuyos ojos casi saltaron de sus órbitas al presenciar la fuerza de Roy.
El comandante se volteó para mirarlo y vio que la sonrisa arrogante que usualmente llevaba había sido reemplazada por un horror absoluto.