—Lo hiciste bien, Lux —dijo Randolph mientras miraba el cadáver de la Mantís del Terror de Ojos Rojos que estaba esparcido por el suelo de su almacén—. ¿Puedes decirme la situación actual en los Jardines Figaro?
Lux asintió con la cabeza y explicó cómo se desarrolló la batalla de Los Mosquitos y los insectos. También le contó cómo intervinieron en la batalla y cómo apuñaló por la espalda a los Mosquitos cuando menos lo esperaban.
Randolph escuchaba mientras se frotaba la barba. Después de que Lux terminara su relato, el Enano suspiró antes de darle una palmada en la espalda a su Discípulo.
—Eres un maldito traidor —Randolph soltó una carcajada—. ¿Vas a volver a los Jardines Figaro?
Lux asintió. —La noche es aún joven y todavía hay muchos cadáveres por recoger. Sería un desperdicio si los dejo atrás.
Randolph entendió que Lux tenía razón. Aun así, le preocupaba su seguridad, por lo que le recordó que no hiciera nada imprudente y que simplemente dejara que sus Esqueletos lucharan.