Habían pasado 6 meses desde que comenzó la Questa de los Dignos, y aún así, las calles y mercados del Reino de Bloodburn seguían zumbando de anticipación y emoción.
En todas partes, de tabernas a sastres, la gente se agrupaba en pequeños círculos para discutir los inminentes resultados de la Questa de los Dignos.
Se habían montado puestos de apuestas, y estaban llenos de ciudadanos ansiosos por apostar a sus contendientes favoritos. Había muchos cristales de vida para ganar, y era demasiado tentador incluso para los nobles ricos ignorarlo.
Las conversaciones fluían, llenas de especulaciones y entusiasmo —¡Creo que el Joven Señor Silvano ganará el Deviar! declaró uno. Otro contradijo —¡De ninguna manera! La Joven Señora Sabina ha demostrado su valía. ¡Ella lo va a lograr!