Tomó a los seis pares un poco más de dos horas buscar en toda la ciudad, y aún así todos volvieron con las manos vacías.
De regreso a la arena para ver si se habían perdido de algo, Fénix parecía pensativa. Su compañero, a quien había llevado explícitamente para mantener los ojos sobre él, a pesar del pesar del hombre, Jaxx, seguía mirando alrededor, por si veían algo que habían pasado por alto en su primera búsqueda.
Fénix estaba pensando cómo llegar al área subterránea, y su mente imaginaba cientos de posibilidades. La mayoría de las cuales descartaba ella misma, por falta de pertinencia o factibilidad.
A medida que se acercaban a la arena, algo llamó la atención de Jaxx, y entrecerró los ojos, acercándose a ello.
Fénix lo vio desviarse hacia la izquierda, e interrumpió su pensamiento.
—¿Encontraste algo? —preguntó, esperanzada.
—Puede que no sea nada, señora. Pero la colocación de esta antorcha es extraña… —respondió Jaxx.