Al abrir los ojos, Astaroth estaba justo donde había comenzado. Rodeado de monstruos no muertos, mientras se lanzaban hacia Cronos y el resto del grupo.
Se sacudió un poco la cabeza, preguntándose qué tipo de visiones extrañas habían sido esas.
—¿Me estaré volviendo loco? —se preguntó.
Pero cuando estaba a punto de lanzarse de nuevo contra los enemigos que lo rodeaban, un suave y melódico zumbido resonó en su mente. Astaroth se detuvo de golpe, girando la cabeza, preguntándose quién había hecho eso.
Pero resonó una vez más, delicado, casi invitando.
Astaroth se centró brevemente en sí mismo, tratando de ver si algo andaba mal dentro de su cuerpo, y soltó un grito de sorpresa.
Dentro de su pecho, donde estaba su alma, flotaba una nueva pequeña esfera blanca, orbitando su alma lentamente. Cuando se concentró en ella, vio al niño, con una mano extendida hacia él.
—¿Me estás llamando? ¿Quién eres?