—Oh, cierto, iba a matarte. Bueno, ya basta de perder tiempo, te mataré ahora mismo —dijo Aiden, sin importarle más esta situación.
—¡Espera, no me mates todavía! —gritó Garestsa sabiendo que Aiden ya no estaba fingiendo, su voz era extremadamente seria.
Era como si se hubiera dado cuenta de algo que le hizo acelerar este proceso de tortura que estaba llevando a cabo.
—¿No sabes qué pasará si me matas? —gritó Garestsa, aterrada al saber que las consecuencias serían absolutamente terribles—. El director, e-él vendrá a matarte. Vendrá y te matará.
Garetsa parecía tener problemas para creer sus propias palabras mientras las balbuceaba. Quizás era el estrés, sin embargo, a Aiden no podría importarle menos mientras la miraba a los ojos por última vez.