En ese momento, los dragones sabían lo que los anillos de Rain podían hacer... así que lo bombardearon con colosales lanzas de cristal. Los dragones basilisco intentaban recuperarse, así que no pudieron ayudar.
Mientras Rain hacía que el anillo absorbiera la sangre, colosales lanzas de cristal volaron hacia él a una velocidad amenazante. El aire crepitaba con energía mágica intensa mientras estos proyectiles mortales buscaban golpearlo. Con agilidad y precisión, Rain se maniobró rápidamente, esquivando el asalto letal mientras zigzagueaba.
Mientras tanto, su anillo, sintonizado para recoger la sangre dentro de la barrera, pulsaba con un resplandor poderoso. Rain era muy consciente de su propósito, sabiendo que mientras mantuviera contacto con el anillo, este absorbería diligentemente la sangre derramada.