En una situación tan desesperada, normalmente Rain sentiría un aumento de ira dirigido hacia los dragones por eliminar a su propio aliado, incluso si este desempeñaba un papel significativo en causar el daño. Sin embargo, su mente estaba envuelta en una densa niebla de odio en este momento.
Su único enfoque estaba en causar estragos y aniquilar tantos dragones como fuera posible, sin dejar espacio para consideraciones o emociones más allá del ardiente deseo de venganza. La intensidad de la batalla había transformado a Rain en una fuerza implacable, impulsada únicamente por el instinto de represalias y salir victorioso.