Era un plan que desafiaba la sabiduría convencional, y Seadir no podía evitar cuestionar la cordura de la proposición. La audacia del plan era clara ante la determinación inquebrantable de Rain y su disposición a tomar riesgos extraordinarios por el bien de su misión, o tal vez su locura.
—Puedes relajarte, una vez que consiga mi nuevo arma, podré escapar de ellos fácilmente —dijo Rain—. Estoy acostumbrado a este tipo de cosas, confía en mí.
—... No puedes reclamar la lanza del emperador del mar —dijo Seadir.