```
Después de un día entero de correr de un lado a otro, Jonathan finalmente arregló todos sus asuntos. Firmó el acuerdo de alquiler con el arrendador, recibió las llaves de la casa y trasladó algunas de sus pertenencias. La mayoría de los residentes en el edificio eran compañeros estudiantes, pero pocos novatos como él vivían fuera del campus desde el principio.
Jonathan no siempre fue un recluso, pero tuvo que reconsiderar sus interacciones sociales después de entrar a la universidad. Actualmente, interactuar era sin duda problemático para él. Le faltaba la energía para cultivar amistades, el tiempo para invertir en ellas y, lo más importante, la sinceridad para conectarse verdaderamente.
Si el Segundo Mundo tuvo algún impacto negativo en Jonathan, fue que lo hizo llevar una máscara invisible. Una capa de falsedad al interactuar con los demás, una distancia inefable.