—Sígueme.
Atticus siguió a Cedric hasta el centro del salón donde había un pequeño edificio blanco. Aún podía recordar su experiencia dentro de este edificio; fue donde aprendió el segundo arte de la katana.
Al entrar, Atticus fue recibido por una habitación completamente blanca sin nada adentro.
—Estoy seguro de que ya sabes cómo va esto. Camina hasta el centro y comienza tu entrenamiento —indicó Cedric.
Atticus asintió seriamente a las instrucciones de Cedric y comenzó a caminar hacia el centro del salón. El proceso aún estaba fresco en su mente desde la última vez que entrenó aquí, y, tal como antes, ocurrió lo mismo.
Un hombre que Atticus conocía muy bien apareció en el centro del salón antes de que Atticus pudiera llegar allí, una katana enfundada en su cintura izquierda. Era el avatar de la katana, aunque no irradiaba un aura tan intensa como la del que estaba sentado en el trono.