—La siguiente mañana fue fascinante. Gahrye nunca se había acurrucado con una mujer antes, nunca se había permitido—ni a ella—tal intimidad. Pero con Kalle había sido natural sostenerla hasta que ambos se quedaron dormidos.
—Se despertó con los ojos empañados por la falta de sueño y se volvió para encontrarla observándolo, sonriendo, esperando a que despertara, su aroma impregnado de deseo.
—La había tomado de nuevo. No había podido resistirse.
—La realidad no se había impuesto hasta que yacieron allí juntos, con la respiración calmándose, y el sol saliendo afuera.
—Ella había gemido y se había cubierto la cara, y por un momento él había entrado en pánico. "¿Qué sucede?—se giró sobre ella, quitándole las manos de la cara para poder verla, evaluarla—. ¿Qué había pasado?
—Ella dejó caer sus manos, luego sacó su labio inferior. "Hoy tengo que ir a trabajar", —gruñó.