—Elia parpadeó unas cuantas veces, pero la escena delante de ella de Gahrye aún con sus cueros y camisa suave, tenso y amenazador, de pie sobre un humano mediano, gordo y de mediana edad vestido como un profesor universitario, en el comedor formal de alguna gran casa era imposible, así que cerró los ojos e intentó despertar.
Humano masculino.
Hombre.
Comedor.
Había vuelto.
—Se sentó de golpe, aspirando una profunda bocanada de aire, una manta cayendo de sus hombros.
Gahrye y el hombre se sobresaltaron y giraron para enfrentarla. Gahrye le colocó una mano en el pecho al hombre para detenerlo cuando parecía que podría correr hacia ella. Ambos la miraron con los ojos muy abiertos, mientras ella miraba a Gahrye, suplicándole en silencio que esto fuera un sueño.
Tenía que ser un sueño.
No podía haberse ido. No podía estar aquí. A un mundo de distancia de Reth.
Reth.
No.