—¡Killian, no hagas esto! —Emmelyn intentó suplicarle a Killian nuevamente—. Iré contigo. Esperemos a los caballos. No hagas ninguna tontería.
—¡CÁLLATE! ¡Eres una traidora! ¡No tienes derecho de llamarme por mi nombre! —Killian regañó a Emmelyn. Su rostro se veía contorsionado de ira. Y ahora, Marte podía ver que el joven parecía envejecer lentamente.
¿Tal vez el sufrimiento y la ira cambiaron su apariencia y Killian parecía más viejo de lo que realmente era?
Las cejas de Killian se contraían, respiraba con dificultad y sus ojos lucían asesinos, llenos de odio. Y durante su crisis emocional, la espada en su mano rozó el brazo de Emmelyn y ahora la sangre goteaba lentamente de su herida.
—¡NO TE ATREVAS A LASTIMARLA! —Marte gritó inmediatamente. Estaba tan consternado al ver que Emmelyn estaba herida.
Esta situación lo hacía sentirse tan culpable e incapaz.