Después de que las damas se marcharon, Emmelyn se sentó en su salón y ordenó los regalos que había recibido mientras tarareaba. Ver la pila de regalos la hizo sentir muy feliz y emocionada.
Ahh... esos regalos de la reina eran los mejores, pensó. Estaba agradecida por tener una suegra tan considerada.
Luego, Emmelyn pidió a sus sirvientas que llevaran la mayoría de los regalos de la reina a su cámara, mientras que otros regalos como hierbas, pociones y dulces a la cocina. Una vez que todo estuvo listo, se tomó un descanso en su cama.
Hoy se sintió muy agotadora, no sabía bien por qué. Emmelyn cerró los ojos y trató de liberar su mente de cosas estresantes, como la invitación al baile real de la reina más temprano.
—Cariño, ¿cómo estuvo el té hoy? —Emmelyn abrió los ojos uno a uno cuando escuchó la gentil voz de Marte desde la puerta.
Efectivamente, vio al hombre entrar en su cámara casi en puntillas, porque pensaba que estaba dormida. Marte también se veía cansado.