Li Xue no estaba dispuesta a tolerar los insultos. Aunque sonreía ante esos insultos, haciendo que la gente malinterpretase su sonrisa como una aceptación de esas acusaciones. Pero en realidad, esa sonrisa suya era solo la última advertencia sobria que les daría.
Estaba a punto de responder a las palabras insultantes de Ning Meiling con su estilo único, pero antes de que pudiera, un rugido desde atrás sorprendió a las dos mujeres. —¡Atrévete a decir eso otra vez y no tendrás lengua para usar en tu futuro!.
Li Xue se sobresaltó al escuchar la voz familiar. —¡Yi Lan!— susurró para sí misma mientras se daba la vuelta para encontrar a su amiga de pie, furiosa de ira. —¡Oh, Dios! ¿Cómo pudo olvidar que ella venía a recogerla?.