—Háblame, Xiao Fei. ¿Qué te pasa? —Zhao Moyao estaba sentado frente a su nieta. Ella miraba a lo lejos con una expresión atontada en sus ojos. Reaccionaba como si no supiera que él estaba en la misma habitación. Estaba irresponsiva, tenía los labios resecos y actuaba como si estuviera observando algo sumamente interesante. ¿Qué estaba mirando?
Giró la cabeza y vio que solo era una pared azul claro vacía con motas de nubes. ¿Qué podía haber de interesante en una pared? Toda la mañana había intentado hablar con ella, pero no obtenía respuesta. Había venido corriendo a primera hora de la mañana tras enterarse de que había sido hospitalizada a medianoche. Habría venido antes, pero nadie le informó de su llegada al hospital hasta que Li Xuan irumpió en la mansión principal, sin aliento y frenético.