—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Detente! —Estaba mortificado, su cara se puso roja. Nunca había conocido a una mujer tan valiente y atrevida como esta—. ¡No puedes simplemente cambiarte delante de un tipo! ¿Haces esto a menudo?
—N-no... —Yang Ruqin sollozaba, sus ojos se llenaban de lágrimas. Oh Dios, ahí vienen las lágrimas. Una Yang Ruqin borracha era una llorona—. S-soy sensible... No me grites.
Huo Qiudong entró en pánico. Lo único que pudo hacer fue envolverla en sus brazos. Le acariciaba la espalda suavemente.
—Lo siento, no gritaré más, lo prometo. Puedes quitarte la ropa todo lo que quieras y no me importará. Roba mi casa y llévate mi dignidad también, tampoco me importará. Solo... solo no llores sobre mí, ¿está bien? —Dejó escapar con un suspiro tembloroso. Lágrimas. Las lágrimas eran su única debilidad. No podía soportar ver llorar a una mujer. No sabía cómo reaccionar adecuadamente.