—¿Misericordia? ¿Qué tipo? —ella fingió reflexionar sobre la idea, cuando en realidad estaba escaneando con la mirada a los hombres que avanzaban hacia ella.
Justo entonces, se dio cuenta de la extraña postura en la que estaban y de la expresión que intentaban ocultar. Aunque apenas era perceptible, vio cómo los ojos de algunos hombres parpadeaban entre ella y las cajas que la rodeaban. ¿Era eso lo que los hacía tan cautelosos? En el rincón de su ojo, dedujo que las tapas de los cajones estaban colocadas solo de manera descuidada y que desde donde ella estaba, podía fácilmente estirarse para alcanzar el contenido.
—Haré que menos de mis hombres se compartan contigo —mientras le respondía a ella, hizo señas a sus hombres para que se dispersaran y se acercaran a ella desde todos los lados. Capturar a una mujer solía ser fácil, pero esta mujer era impredecible y escurridiza.
—¿En serio? ¿Eso es lo mejor que puedes hacer? —preguntó ella y de repente metió la mano en el cajón.