Capítulo 34: Los Reyes Ambiciosos

El Señor Darus visitó la Cámara de la Reina en cuanto se confirmó que las tropas reales habían salido de la capital de Abetha.

—Su Majestad —se inclinó el ministro en cuanto los sirvientes cerraron la puerta, dejándolo a solas con la Reina.

La Reina Niobe asintió levemente, aceptando su reverencia mientras permanecía sentada en su silla.

—El Príncipe Heredero está en Thevailes —informó.

La Reina apretó el reposabrazos mientras unas leves líneas de preocupación aparecían en su frente. «¡Esta vez, Thevailes ha cruzado sus límites! ¿Cómo se atreven a secuestrar al Príncipe Heredero de Abetha?!»

—Cálmese, Su Majestad. Sabemos que no le harán daño al Príncipe Heredero.

La Reina Niobe era consciente de ello, pero eso no significaba que fuera a aceptar este insulto sin más. «¡Esa astuta zorra! La Reina de Thevailes, si no fuera mi prima, ya le hubiera mostrado su lugar hace tiempo. ¿Cómo se atreve a planear tomar mi reino? Siempre espera la oportunidad para derribarme.»

—Su plan no tendrá éxito. El Príncipe Heredero nunca se casará con la Princesa de Thevailes. Ya lo dejó claro incluso antes.

—Por eso han llegado tan lejos —frunció el ceño la Reina mientras añadía—. Thevailes perdió la guerra antes. Ahora, han cambiado de táctica. Conozco sus movimientos, y esto es definitivamente uno de sus planes. ¿Piensa que solo porque no soy la madre biológica de Cian no me importará y le dejaré casarse con su hija? Probablemente pensó que puede convertir a Cian en su marioneta usando a su zorra de hija y hacer que se vuelva en mi contra. ¡Ja! ¿Planean que el único heredero varón de este reino se una en matrimonio con su hija para así poder tomar el control del futuro gobernante de Abetha? ¡Audaces!

—No sucederá, Su Majestad.

La Reina apretó los dientes. «Mientras yo viva, eso nunca pasará. Lo crié, él es mi hijo, y solo yo seleccionaré a la novia para él.»

—Quede tranquila, Su Majestad, las tropas reales han partido para la misión de rescate. Su Majestad ha decretado guerra contra Hatha y Thevailes. Esta vez, Megaris también apoya junto con Griven —le informó.

Sus palabras complacieron a la Reina, quien dijo: «Aunque nuestro plan con el Rey Drayce se desmoronó, él nos ha dado una nueva oportunidad para usarlo.»

—Megaris ya tiene conflictos con Thevailes. El joven Rey de Thevailes es tan ambicioso como su padre —informó el Señor Darus—. El tamaño de su reino se ha expandido al triple de su tamaño desde que comenzó el reinado del Rey Samer, y si no hubiéramos ayudado a Hatha antes, Hatha probablemente habría sido absorbido para convertirse en uno de sus ducados o provincias.

—Como si fuéramos a dejarle hacerlo —sonrió con desdén la reina Niobe—. Abetha no es débil.

—Lo que su padre no pudo hacer, él lo heredó, Su Majestad —suspiró el señor Darus. Como ministro de Asuntos Exteriores, conocía muchos secretos sobre los círculos internos de otros reinos—. Mientras ese loco general militar permanezca en Thevailes, intentarán expandirse. Ya incitó al rey anterior a hacer lo mismo, pero en aquel entonces no funcionó después de que Abetha los derrotó junto con Hatha. Ya tenía mis dudas cuando el rey Samer se casó con una princesa hathan que buscarían usar esto para poner a Hatha de su lado, y ahora desean hacer lo mismo casando a su princesa con Abetha.

—En sus sueños —la reina todavía estaba enfadada con lo que estaba sucediendo.

—Por supuesto, creo que Su Majestad y el rey Armen nunca permitirán que suceda. Incluso el rey de Megaris, también, hará todo lo posible para impedir una alianza entre Thevailes y Abetha. Thevailes y Megaris son ambos reinos militares, y actualmente, su poder militar es aproximadamente el mismo. Si Thevailes logra tomar Hatha y Abetha, tendrán acceso al resto del continente. El rey de Megaris nunca permitirá que suceda.

La reina Niobe parecía profundamente pensativa en algo durante un rato. El señor Darus permaneció callado a su lado.

—Parece que la aparición del rey Drayce en Abetha no es una coincidencia. Probablemente estaba al tanto —concluyó la reina.

—Su Majestad tiene razón. Llegué a la misma conclusión. Enviar un emisario con un noble como diplomático habría sido suficiente para asistir a la ceremonia de compromiso de la princesa Meira. Además, no hay ni alianza ni amistad entre Megaris y nosotros. No hay razón para que venga tan lejos a Abetha en persona. Siempre se ha mantenido en los reinos occidentales, y nunca he oído que visitara la región central —continuó el señor Darus—. Es por eso que estoy seguro de que nunca dejará que Thevailes tenga éxito en fortalecerse. Hará todo lo posible para ayudar a Abetha.

—Abetha tiene abundantes recursos y una posición estratégica y es un reino con un ejército fuerte. Aquel que lo tenga puede conquistar todo el continente, pero a mi esposo le falta ambición.

—El rey Armen prefiere la paz —añadió el señor Darus.

—Sé que mi hijo Cian no será igual. Debe ser ambicioso, y entonces haré que esa descarada reina de Thevailes se arrodille ante mí —rió la reina, mientras sus ojos se llenaban de determinación.

—Todos deseamos lo mismo, Su Majestad.

—Por ahora, limpiaremos el palacio para prepararnos mejor para tiempos de guerra. Asegúrese de buscar espías dentro del palacio. Necesitamos asegurarnos de que Thevailes y Hatha permanezcan ciegos. Además, implemente el plan que preparamos para deshacernos de esa bruja y enviarla a su madre —dijo la reina.

—Considérelo hecho, Su Majestad. El señor Berolt ha dejado el palacio con sus caballeros, por lo que será fácil lidiar con los pocos guardias alrededor de la torre.

—Hágalo —ordenó la reina.

Asintiendo, el señor Darus se retiró mientras la reina se ocupaba a sí misma tramando planes contra sus enemigos.

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