—Vamos, te dejaré ir —Jiang Yue agarró el brazo de la mujer, la giró y la empujó hacia atrás—. Corre y vete. Corre como si tu vida dependiera de ello porque así es.
Rosa Negra se quedó atónita ante sus palabras. Sin embargo, comprendiendo la intención de la joven, aprovechó la oportunidad para correr, prestando poca atención al dolor que irradiaba de su pierna herida.
Escarlata, que ya había entendido la situación, se sentía confundida al ver partir a Rosa Negra. No estaba segura de si estar enfadada con Sombra por dejar escapar a la mujer o agradecida de que, al menos, había mostrado misericordia a su antigua miembro central del gremio.
Mientras Escarlata luchaba con sus emociones, no pudo evitar girar hacia Sombra, quien había abierto el cargador e inspeccionaba las balas.
—Seis balas —murmuró Jiang Yue con una sonrisa contenida—. Con un firme conocimiento del tipo de pistola, estaba muy versada en su balística, permitiéndole descartar cualquier preocupación sobre la precisión.