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Neveah miraba hacia la cascada, caía hasta formar un arroyo de flujo suave que se extendía y desaparecía en el bosque adelante.
Era una vista pintoresca, simple pero encantadora. Neveah nunca había sabido que había un lugar tan hermoso en la montaña trasera del Guardián del Dragón.
Las montañas que rodeaban la Fortaleza del Dragón eran vastas, pero la montaña que era la fortaleza del dragón en sí era la más grande y ocultaba muchos paisajes que llevarían muchos largos años explorar completamente.
—Muchos largos años... —murmuró Neveah para sus adentros.
En algún momento, aunque solo fuera por un poco de tiempo, había podido ver un futuro aquí en Guardián del Dragón. Radiante y claro, lleno de tantas promesas.
Pero ahora, esa visión estaba borrosa y Neveah ya no estaba segura ni siquiera del día siguiente a este, sin mencionar el futuro.