Jian estaba sentado en su escritorio, leyendo montones de peticiones y enviando órdenes de vez en cuando.
El siempre diligente Señor Rodrick estaba al lado del escritorio de Jian, ordenando los pergaminos, enviando las órdenes y colocando en los estantes aquellos pergaminos que Jian había revisado.
Solo había pasado poco tiempo desde que Jian regresó del Monte Edar al amanecer y por más que lo intentara, no podía concentrarse completamente en su trabajo.
No era la primera vez que Jian se encontraba con sus pensamientos volviendo a la noche anterior... a la escena en la que había entrado, una escena de la cual Jian aún no lograba entender.
«¿Debería estar furioso? ¿Descontento? ¿Decepcionado?», Jian pensó para sí mismo.
En verdad, Jian no estaba seguro de cómo se suponía que debía sentirse... todo lo que sabía era que sus pensamientos se desviaban y a Jian no le gustaba en absoluto.