—La Isla de Kezrar Dún: Cuartel General de la Red Negra —Celeste caminaba por un largo pasillo sinuoso, sus tacones hacían clic contra los pisos de mármol y su expresión estaba fruncida en un profundo ceño.
No era común en ella dejar reflejar su estado de ánimo en el rostro, pero esta vez, Celeste estaba sumamente descontenta y no había forma posible de ocultarlo.
La rabia quemaba dentro de sus venas y apenas podía contenerla.
Celeste aceleró el paso hasta que llegó a unas grandes puertas dobles de madera, empujándolas, entró, cerrando la puerta con tal fuerza que retumbó.
Y entonces Celeste se volvió lentamente, su mirada se posó de inmediato en el único otro ocupante de la sala.
Sus manos se cerraron en puños apretados y Celeste aspiró un profundo suspiro para calmarse, pero fue en vano.
Allí dentro de la sala, el hombre de negro estaba sentado, recostado en un estrado.