—¿He de sentarme aquí todo el día? —preguntó Neveah con una ceja levantada desde donde estaba sentada inocentemente sobre un montón de pieles que Xenon había dispuesto para ella.
Casi una hora había pasado desde que Xenon la llevó a su morada y desde entonces, había vuelto a su forma de dragón y yacía inmóvil, acurrucado en su cueva.
Neveah notó que Xenon prefería su forma de dragón a su forma humana, no estaba segura de por qué se sentía así, simplemente parecía que estaba más familiarizado con su lado bestial, muy parecido a un hombre lobo que se había vuelto róver.
A veces parecía que estaba dormido, en otros momentos, un bajo gruñido resonaba en su garganta y en esos momentos, Neveah se tensaba, todo lo que se había dicho sobre que Xenon era un terror aún retumbaba en la parte trasera de la mente de Neveah.
Aunque lo intentara, simplemente no podía deshacerse de su precaución hacia él y ni siquiera quería hacerlo, estar en guardia aseguraba que estaba del lado seguro.