Adrienne no lo podía creer. No podía creer que Alistair estuviera muerto. Tampoco se le escapó que el modo en que murió fue el mismo que Ayla en su vida pasada. Alistair había empujado a Ayla a la muerte y a Adrienne le resultaba atormentadoramente familiar.
Ella miraba a su esposo tumbado en la camilla mientras la ambulancia los llevaba al hospital más cercano para tratar sus heridas. Lennox recibió una paliza bastante mala de parte de Alistair. Adrienne se veía preocupada, ya que nunca había visto a su marido en un estado tan vulnerable. Ni cuando estaba aún confinado a una silla de ruedas, ni siquiera cuando se estaba recuperando de una cirugía, pero ahora, al verlo en la camilla, sintió una ola de miedo y desamparo inundarla.