—Antes de que Anastasia pudiera siquiera abrir los ojos, las lágrimas brotaron y escaparon de la esquina de los sufrimientos del chico que había visto en su sueño, y finalmente sus ojos parpadearon abriéndose. Un suspiro tembloroso escapó de sus labios, y giró para encontrar a Dante durmiendo a su lado, recostado de lado.
Anastasia no podía creer que alguien tan fuerte y capaz como Dante hubiera pasado por tales adversidades, donde la gente lo miraba con desprecio y lo insultaba cuando era solo un niño vulnerable. Su corazón se rompió con sus recuerdos, y suavemente posó su mano en su mejilla, lo que lo llevó a abrir lentamente los ojos.
—¿Tuviste una mala pesadilla? —preguntó Dante, su voz llevaba un ligero tono ronco.
—La gente es más cruel que los demonios —comentó Anastasia, sintiendo el corazón tan pesado como el día anterior, agobiado por los recuerdos que había presenciado—. No dejaré que nadie te haga daño.