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Capítulo 11: Parte 11

La luz parpadeante y tenue del farol que alumbraba el callejón delineaba la figura de un hombre de rodillas. La sombra de cabello oscuro y desordenado caía sobre su frente sudorosa, la que se notaba era una piel blanca estaba manchada de sangre y suciedad. Su cuerpo grande estaba encorvado con las manos sosteniendo la sangre en su costado.

Jeon Yu miró al alfa respirando dificultosamente con los ojos entreabiertos y desenfocados.

Las feromonas mentoladas seguían siendo expulsadas en su dirección y la sensación era difícil de sobrellevar. No porque estuvieran imponiendo su naturaleza dominante sobre el él, sino porque gritaban sin gritar volviendo un caos sus pensamientos. Era como si las feromonas hubiesen dicho con desesperación «Ven» llevando a Jeon Yu a correr ciegamente hacia allí.

—¿Quién anda allí?

Cuando escuchó la voz rasposa de uno de los matones, Jeon Yu estaba en el suelo tratando de controlar la ira irracional en su corazón y el impulso de tirarse contra ellos.

Como decían por ahí, todo lo que se evita tarde o temprano terminará sucediendo, y Jeon Yu se había convertido en una prueba de ello. Estaba tan preocupado de quedar en medio de una disputa entre alfas que de alguna manera había terminado en una situación absurdamente mala, algo que ni siquiera le daba tiempo de asimilarlo ¿Esos no eran alfas? ¡Ocho de ellos! ¿Por qué hirieron a un hombre bueno? ¿Querían robar lo poco que tenía un vagabundo? ¿Por qué caer tan bajo? ¡Qué malnacidos!

Como persona racional había sabido no debía meterse en problemas de otros, muchos menos si eran problemas de alfas, vándalos, mafias, o algún tipo de problema que pudiera desencadenar un desastre irreparable en su vida «Oye, ¿estás bien? ¿Qué pasa por tu mente? ¿Por qué no escuchar ni siquiera a ti mismo?».

—¡Habla de una vez, maldito!

El matón que tenía el puñal caminó hacia el recién llegado con aire enojado. Tenía una apariencia media y desaliñada, vestido con ropa sencilla y cicatrices en los brazos.

—A este también hay que callarlo.

—Vamos por ello.

—Muere, maldito.

Las cavilaciones que Jeon Yu pudo tener o no, se detuvieron. Solo supo que no importaba lo que hiciera en adelante o el miedo que pudiese tener acerca del futuro, si intentaba retroceder o avanzar solo sería para salvar su propia vida.

Y la de él.

Soltó un suspiro profundo y cerró los ojos. Su cuerpo comenzó a temblar débilmente y sus ojos a volverse rojos y a llenarse de lágrimas.

—Yo… me perdí y estaba buscando el camino de regreso, pero escuché un ruido y vine a ayudar y…

Lágrimas surcaron su delicado rostro y su cuerpo tembló lastimosamente. La expresión en sus ojos era acuosa, sonrojada y sincera como la de un niño que ha perdido a sus padres y pide ayuda.

Una feromona dulce y fragante se extendió por el callejón, avisando sobre la fragilidad del recién llegado. Los alfas entendieron que se trataba de un omega, y tras compartir una sonrisa llena de complicidad, guardaron las armas blancas.

Como alfas, vieron la oportunidad de descargar su instinto primitivo y prometieron secretamente no dejarla pasar.

Un aroma tan bueno no podría escapar.

—¿Qué hace un omega solo y en este lugar tan lejano y terrible? —preguntaron tentativamente.

Sus voces cambiaron sus amenazas de muerte, pero se podía percibir la malicia que había en sus corazones. El omega los escuchó y apoyó la mano en la gorra que cubría su frente.

—Estaba con mis tutores, pero me perdí y llegué a este lugar. Tengo mucho miedo y quiero ir a casa, ¿pueden ayudarme a volver?

La vocecita y la forma exquisita de este omega provocó que los ocho alfas se acercaran lentamente diciendo palabras lentas y cada vez más roncas.

—Claro, pequeño, por supuesto que te llevaremos a casa ¿cuántos años dijiste que tenías?

—En un mes cumplo quince.

La presa sería un cordero tan joven. Se escuchó la emoción entre ellos.

—Conque catorce. Te ves bastante maduro para tu edad, aunque seguramente tu piel sigue siendo tan suave y blanca. A nosotros nos gustaría verte un poco más ¿Te parece si te quitas la chaqueta? Creo que se manchó de tierra.

El omega apretó sus manos y mordió la parte inferior del labio.

—¿Por qué quieren que me quite la ropa? —preguntó con timidez— Hace frío y los maestros del internado dicen que no puedo desvestirme delante de un alfa que no sea mi futuro esposo ¿Ustedes… quieren hacerme daño?

Hubieron risas.

—No daño. Solo un poco de dolor, pero lo disfrutarás.

—Si, je, je, todos los omegas disfrutan de esto. Algunos lloran de placer y piden ayuda, pero después solo se dejan.

—Tú también lo disfrutarás como ellos, solo quédate quieto…

Cada palabra hizo que los cuerpos de los alfas se calentaran y se embriagaran con sus propias feromonas, acercándose al omega.

Jeon Yu en ese momento se había levantado del suelo y daba pequeño pasos hacia atrás. Sus sollozos eran leves, sus ojos rojos volviéndose cada vez más fríos.

Cuando estuvieron a medio metro de distancia, rápidamente cambió su postura y derribó a dos de ellos. Pateó al siguiente y los hizo retroceder.

—Qué pas-

—¡Ahg!

—¡Maldita perra!

Los hombres estuvieron aturdidos y un segundo después rieron diciendo:

—En realidad, eres un pequeño omega tan valiente.

Jeon Yu no respondió, su expresión de joven indefenso se había sepultado bajo sus ojos sagaces. Como joven maestro de una gran familia, como futuro actor y como omega que debía defenderse en un mundo hecho para alfas, se había entrenado para este tipo de situaciones ¿Quién creería que a este segundo joven maestro incluso no lo habían secuestrado antes? ¡Uno no, dos veces!

La única razón por la que en la noche anterior las cosas habían resultado de esa forma había sido la feromona dominante, pero en esta ocasión el hombre estaba muriendo y las feromonas mentoladas no buscan controlarlo.

Sino… ¿parecían darle fortaleza?

Esquivó y contraatacó, teniendo ventaja en la lentitud que padecía un alfa común al ser expuesto a la feromona de este tipo de omega. Los alfas se habían confiado de que someterían fácilmente a omega, dejándose llevar y siendo finalmente noqueados por este.

Uno, dos, tres, cuatro.

El quinto sorprendió a Jeon Yu con un golpe marcial, impactando un puñetazo en el estómago y el rostro de Jeon Yu, tirándolo hacia un lado en medio de un charco de sangre. Los otros tres dejaron parte de su cara de matones para plantar las manos y los pies en posturas de entrenamiento. Recibió otro golpe y una patada que le rompió la mejilla. Su cuerpo chocó contra el alfa dominante, sintiendo su piel fría.

—¿Ya terminaste? —el líder de los matones dijo casualmente mientras se quitaba el cinturón— No sabía que en los internados para omegas enseñaban otra cosa que no fuese mover el culo y cocinar.

Jeon Yu miró con dificultad la sombra del matón acercándose a él. Se sentía aturdido por la fuerza de los golpes que le habían dejado palpitando el rostro de dolor. Ni siquiera supo en qué momento obedeció a su instinto protector, solo se dio cuenta del momento en el que gruñó desde su garganta con los brazos extendidos a los lados, como si quisiera rodear el cuerpo del alfa dominante con el suyo.

—Alto.

Una voz resonó desde el lugar donde el tenue brillo del farol no alcanzaba a iluminar.

El líder, que estaba a punto de iniciar su rut, gruñó y se inclinó hacia adelante.

Un disparo se escuchó, haciendo que el pie que se movía hacia adelante, se paralizara.

—Te mueves, te mato.

La figura de piernas largas de un hombre vestido de negro apareció desde aquella oscuridad. Su aspecto era difícil de reconocer entre la poca luz y parecía cubrirse el rostro con algo, pero con solo verlo supo se trataba de un noveno alfa.

—¿Quién te envió?

Su aspecto limpio, la demanda en su voz y la forma en la que sus ojos oscuros miraron a Jeon Yu, no coincida con los maleantes ni el inmundo callejón.  

La postura de los matones se volvió recta y sus rostros serios, dejando atrás la mofa que habían tenido segundos atrás.

Nadie debería ser un genio para adivinar que esta persona era el verdadero líder.

Jeon Yu lo miró y se aferró a su postura, dispuesto a defender a la persona herida detrás de él.

El noveno alfa caminó hasta detenerse frente al omega.

Impactó la punta de acero de su zapato en el rostro del otro. Sus ojos oscuros viendo fríamente el cuerpo omega rodando varias veces. La ropa del omega se manchó de suciedad, cayó hacia atrás y se retorció dolorosamente en el suelo.

—¿Por qué defiendes a esta persona? ¿Acaso lo conoces? —luego de caminar nuevamente hasta el omega, se acuclilló frente al él y susurró— ¿Eres su amante?

El alfa estiró la mano blanca con la intención de quitar la mascarilla del omega, pero este alejó el rostro. El alfa no insistió, en su mente solo confirmaba sus palabras.

—¿Así que viniste a defender a tu alfa? Pensé que nadie quería a este bastardo, pero parece que todavía hay quienes no temen a la muerte.

Jeon Yu tenía el rostro caliente, entumecido e hinchándose.

—¡No! ¡No lo conozco! Pero no tengo que saber quién es para intentar ayudar a una persona ¿Y qué si es un vagabundo? ¿Quién les da el derecho de herirlo de esta manera? Ustedes, alfas, solo se aprovechan de los demás, eso… no lo soporto.

El alfa miró en silencio el par de ojos café que sobresalían de la mascarilla con una mirada furiosa. Sorpresivamente, esta persona no parecía mentir.

—¿Y él no es un alfa?

Decidió dejar el interrogatorio inicial. Una sonrisa llena de burla se instalada bajo su antifaz.

—Lo es.

Desde esta posición, el omega vio cierto tatuaje en el dorso de la mano del alfa.

—¿Entonces?

—Él no los hirió —dijo el omega—. Aunque sean nueve y él uno, solo huele a la sangre de este alfa y ninguno de ustedes esta herido. Estoy seguro que aunque sea un vagabundo tiene fuerza para defenderse, pero él no lo hizo.

La atención del alfa no perdió ninguno de los movimientos del otro.

Este omega no solo había engañado y vencido a cuatro alfas por su cuenta, sino que en una situación donde no tenía cómo defenderse y no tenía escapatoria, no había intentado rogar por su vida besándole patéticamente los pies, sino hablaba ferozmente como un pequeño depredador que buscaba el momento oportuno para atacar.

«Realmente interesante» pensó. La sonrisa escondida en sus labios se hizo profunda.

—¿Y por eso te metiste en un callejón lleno de alfas? ¿Para salvar a un desconocido al borde de la muerte?

¿En serio?

—¡No podía ver cómo mataban a un mendigo solo porque sí!

El alfa puso la mano sobre la suave mejilla del omega. Acercó su rostro hasta rozar su nariz con el cuello del chico, luego olfateó. Tal como imaginaba, ni siquiera su olor se parecía al resto de omegas ¿De dónde había salido este chiquillo? El omega dejó de gritar e instintivamente intentó alejarse de su toque.

¿Así que en realidad si tienes miedo y solo finges?

—No suelo hacer esto, pero… —susurró en el oído del omega, saboreando la feromona que se desprendía allí— a ti te dejaré para después.

El alfa alejó su rostro y giró el arma en una mano, usando la cacha para golpear la cabeza del omega. El golpe fue rápido y efectivo, dejando una línea roja en la cabeza del chico, y al chico siendo atrapado por él.

Si hubiese sido Jeon Qi, pensó Jeon Yu, seguramente en este momento hubiese aparecido Rong Wei seguido de varios guardaespaldas y lo hubiese atrapado en sus brazos. Después de todo, Jeon Qi era el prometido de Rong Wei y el hijo más deseado de la familia Jeon. Todo el mundo quería saber dónde estaba y quería cuidarlo, pero como solo era él, no había un Rong Wei, ni guardias, ni familiares preocupados.

Incluso si alguien venía solo sería para reprochar sus acciones ¿El segundo joven maestro entró a un callejón lleno de alfas para ayudar a un desconocido? ¿Por qué un omega millonario haría algo así, si no es para llamar la atención? ¿Y qué si sabía algo de artes marciales? ¿Podría usarlas contra tantos alfas? ¿Qué estaba pensando? ¿Acaso se volvió taoísta o budista? ¡Solo hace que la recuperación del primer hijo sea más lenta! Pero, padre, estoy… ¡Contrólate, Jeon Yu, y no pienses solamente en ti! ¡Jeon Qi ha pasado por tanto y tú solo buscas que su trauma empeore! Oh, mi pobre Jeon Qi. Jeon Yu, deja de hablar y solo vete, mi pobre niño necesita dormir.

De repente, un aroma mentolado entró dos veces a su nariz. La frescura lo hizo despertar y abrir los ojos con dificultad.

Lo primero que vio fue la figura borrosa de dos alfas cayendo al suelo, noqueados.

La voz y la orden del alfa líder corría en otra dirección, escuchó varios movimientos rápidos y muchos disparos ¿Los matones no tenían cuchillos sino armas de fuego? No supo en qué momento el alfa dominante apareció saltando sobre otros dos hombres y los derribó, ni vio cómo lanzó a cuatro más hacia el contenedor de basura.

Todo pasó muy rápido.

Las armas dispararon y fueron golpeadas y arrojadas una por una. Jeon Yu escuchó al líder decir algo a la otra persona, pero no supo qué. Sea lo que sea, la otra persona no respondió e impactó al alfa líder contra el suelo con extrema fuerza. Sintió un brazo fuerte y cálido sostenerlo con cuidado y gruñidos cerca de su cabeza. No eran el sonido autoritario que hacen los alfas de forma inconsciente, sino un gruñido animal como si fuese una bestia amenazando a su presa.

El alfa dominante gruñó salvajemente, pegó al omega a su pecho y huyó en medio de la noche hacia la solitaria autopista. 


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