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Otoño observaba a Gabe mientras jugaba con Arabelle, ayudándola a atarse el pelo y suspiró. ¿Quién hubiera pensado que el hombre que siempre estaba tan tranquilo y sonriente estaría en tanto dolor? Parecía inconsciente de lo ocurrido la noche anterior y ella estaba agradecida por eso... quizás. No pensaba que él quisiera que ella conociera su dolor o su debilidad. Sin embargo, esto le hacía doler aún más el corazón...
Se había despertado a causa del dolor. Con un ceño fruncido de miedo, mientras viejos recuerdos amenazaban, sus ojos se abrieron de golpe y se dio cuenta de que esto era diferente. El único dolor que tenía estaba centrado en su mano. Al mirar hacia abajo, se percató de que la mano de Gabe se había apretado involuntariamente sobre la suya. La sujetaba como si temiera que ella se fuera a ir.
Intentó desenredar su mano de él, pero su agarre se apretó aún más, mientras él exclamaba angustiado —No...