—Has vuelto —murmuré al entrar en el comedor para el almuerzo—. Instantáneamente noté lo hermosa que se veía. Me resultaba difícil apartar mis ojos de ella.
—Bueno, no voy a quedar allí para siempre —rió ella—. ¡Vamos rápido! ¡Me estoy muriendo de hambre!
—Aunque estés muriendo de hambre, vas a comer como un pájaro de nuevo —murmuré.
—¿Qué?
—Nada. ¿Cómo salió todo?
—Bien. Todo transcurrió muy suavemente —respondió ella sonriendo—. ¿Dónde está mi tazón de brócoli?
—Aquí está, Su Alteza.
Empezó a comerse el brócoli primero. Tenía un extraño amor por los brócolis. Cada vez, ya fuera desayuno, almuerzo o cena, tendría un tazón de brócoli. No entendía cómo alguien podía gustarle tanto el brócoli.
—¡Hoy realmente tengo mucha hambre! No sé por qué...
—En ese caso, el chef va a estar contento. Ha estado esforzándose al máximo para hacerte sentir hambre. Incluso te preparó ese té con olor a líquido para lavar platos.