(Desde la Perspectiva de Azul)
—Él es hermoso —murmuré.
—Dámelo a mí —dijo Demetrius con severidad.
—¿Q-Qué?
—Dije que me lo des.
No podía querer sostener al niño porque sentía algún tipo de afecto hacia él. Seguramente había algo más en su mente.
—¿Por qué? —pregunté mirándolo cuidadosamente.
Me arrebató al niño de los brazos, a pesar de mis esfuerzos. Yo era demasiado débil para detenerlo, pero aún así intenté todo lo que pude, sólo para fracasar.
—No lo sostengas así. Se hará daño —lloré—. Tu agarre... Relaja tu g-garre...
—Te dije que no quiero un niño de ojos negros —murmuró enojado—. No depende de ti a quién vas a dar a luz. Pero yo he decidido que no será mi hijo.
—¿Qué estás diciendo? —pregunté sollozando.
No me miró ni una sola vez mientras empezaba a abandonar la habitación. —No... ¿Dónde lo llevas? No. ¿No vas a matarlo, verdad?
—Eso es exactamente lo que voy a hacer —dijo, sin mirarme y sin detener su paso.